lunes, 9 de noviembre de 2009


Permanencia



Un hombre reloj-pulsera
dientes chiquitos
barba hasta el primer botón de la camisola
piernas desflecadas
olor a camaleón
pelusa rosada en los bolsillos­­ que está
fumando tranquilamente
masticando ideas
esperando
colgándose
de imaginarios bichos metálicos (como
si campo y ciudad fueran reconciliables)
lentes John Lennon

alarga una mano desdentada apoyándola en la manija de la puerta y abre suavemente.

Cartel luminoso: “Café” (eufemismo
para criaturas asustadizas)
-Andiamo, piensa haciendo resonar la palabra en la cabeza. Le gusta empujar las ideas hacia delante, por eso lo que pasó hace dos horas no lo recuerda ni le interesa. Vive (asquerosamente) clavado en el segundo presente; y de la misma manera, no hay izquierda y derecha para él, por lo que suele perderse los amigos de viaje con enorme facilidad.

camina u n o s p a s o s hacia el lado d e l a v e n t a n a
/corte/

con ojos anteojados
se sienta en cualquier mesa
pide cualquier café
se despersonaliza
allá
(entre malabaristas y leones)

labios vuelo globo a i r e
una mujer
tan
hermosa

le traen cualquier café
hunde cualquier cuchara en la taza
revuelve débilmente

ojos grandes y pestañas
y piel de bailarina
y mandarinas y secretos

en la mesa:una miga de pan abandonada
la mira
es tan imperceptible
ni a una hormiga podría colmar

con el codo en la mesa
arquea el brazo
llevando la mano a la cabeza
y se sostiene
se sostiene
como si sosteniendo el cuerpo
posicionándolo
haciéndolo aguantar la gravedad
no existiera
el vaso sin agua
las turbulencias en el pecho
-la falta-


aérea lejos
perdida

casi se duerme

la hora:
seis menos cuarto
la luz del café:
absolutamente impersonal

(A lo lejos se escucha el run run de la máquina de café, las pitadas del cigarrillo de la señora vieja y un hombre que zapatea nerviosamente el piso. Aún más perdido está el murmullo del tráfico de tarde, los autos impacientes, los colectivos abriendo puertas cada dos cuadras y la mueca secreta del semáforo al cambiar de color).

hace frío
que humedece las piernas sin fuerza
él
(su yo inerte)
paga el café
casi sin mirar
y sale a la calle

se achica de hombros
acto reflejo
guarda las manos en el saco
doliéndole
lo desapegado del mundo

-pero total, ¿qué importa?
es martes y está nublado
pesimismo
de ciudad

la gente camina
frotando hombros ajenos al pasar
tan rápido que parecen
imágenes
de
trajes-botas-negro
borrosas
imprecisas

figuritas de cartón
lluviosas
pálidas


ese mar sobrepoblado
tal vez
no sería tan brusco
(¿o sí?)
no
con ella
no
igual no puede
nunca urbanizaría a un pájaro libre
no
ella
lejos
balanceándose entre telas

se le descontrolan las manos y quiere buscarla




(si tan solo supiera
dónde está).

1 comentario:

  1. ¡Heyy!
    No sabría bien cómo definir el gusto que me dieron tus escritos. Leo y una sonrisa se dibuja en mi cara.
    Felicitaciones!
    Paula ( Terminal Tucumán, pelo rojo )

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